entrevista a Carmelo
 
 

Carmelo es un mendigo orgulloso. No se siente intimidado por el desprecio que cada día le regala gran parte de nuestra sociedad, y reclama un trato digno para él y para los más de 20.000 indigentes que pueblan las calles de nuestras ciudades. Por eso no ha dudado en aceptar nuestra invitación a posar desnudo, a fin de llamar la atención de aquellos que cada día viven en la opulencia, en la sobreabundancia y en el despilfarro, sin percatarse que en nuestro propio país hay quién no tiene ni ropa para vestir. Carmelo es una persona suave, pausada, culta, reflexiva, con una gran calma, con unos ojos muy expresivos y una cara arrugada, mapa de su propia historia.

El 11 de junio Cinefilia denunció su desaparición, al saber que nadie tenía noticias de él desde hacía dos semanas; hasta el momento no hemos tenido noticias de él. Le hemos buscado en la calle, en la pensión en la que dormía últimamente (desde que los médicos le diagnosticaran una seria infección pulmonar), en hospitales, pero no hay rastro de él. Esperamos que haya una explicación nada trágica para ello, y mientras tanto deseamos que sus palabras nos hagan reflexionar a todos.

El día de la sesión fotográfica, Carmelo nos obsequió con una cálida entrevista, de la que os ofrecemos algunos fragmentos, además de algunas imágenes de la sesión fotográfica.

 

FESCIGU - ¿Por qué eres mendigo?

Carmelo - Estoy a punto de cumplir 60 años. He trabajado toda mi vida para sacar a mi familia adelante, pero hace diez años me quedé en paro y nadie me ha querido contratar desde entonces. Mi mujer murió y mi único hijo vive en Inglaterra. Yo no quiero hacerle partícipe de mi situación, así que prefiero vivir como vivo y dejarle vivir su vida sin tener que hacerse cargo de mí.

FESCIGU - ¿En qué trabajabas?


Carmelo - Mi vida laboral ha sido larga y complicada. He hecho muchas cosas, pero mi principal trabajo ha sido el de minero. En la mina aprendes a superar el miedo. Cada instante tu vida pende de un hilo, así que aprendes a vivir con esa sensación o no puedes trabajar en la mina. Eso me ha ayudado a soportar cualquier inclemencia en la vida. También ese trabajo me hizo enfermar de los pulmones. Ahora se me hinchan las manos y los pies, se me acumula agua y me produce mucho dolor. Los que hemos trabajado mucho tiempo en la mina tenemos muchas posibilidades de enfermar de estas cosas. El carbón se te mete en los pulmones y crea una costra que si tu metabolismo no es capaz de eliminar, tu esperanza de vida es muy corta.


FESCIGU - ¿Has trabajado en algo más?

Carmelo - También he sido político en el País Vasco. Fui concejal en un pequeño municipio, y he tenido que soportar mucha presión en ese cargo. Te aburriría con los trabajos que he tenido en mi vida y además, ¿qué importancia tiene?


FESCIGU - ¿Cómo consigues vivir día a día en la calle?

Carmelo - Ahora no vivo en la calle. Desde hace unos meses duermo en una pensión. Estuve ingresado en el hospital y el médico me dijo que si seguía cogiendo frío por las noches no llegaría a fin de año, así que ahora pido dinero hasta conseguir suficiente para comer y para pagar la pensión. Pero he dormido en la calle 3112 noches. Las llevo contadas una a una. Soy muy detallista para estas cosas. La calle me ha enseñado mucho, y le estoy muy agradecido.

FESCIGU - ¿Qué cosas te ha enseñado la calle?

Carmelo - Me ha enseñado que vivimos en una sociedad completamente superficial e insolidaria, en la que se mide a las personas por lo que pesa su bolsillo, no por lo que pesa su corazón. Me ha enseñado que lo material es caduco y que aferrarse a las cosas nos hace muy infelices. He aprendido que no necesitamos nada para vivir, que nuestra sociedad es totalmente superflua y que si fuéramos capaces de desarrollar valores como la amistad, la solidaridad, la generosidad, viviríamos mucho mejor.

FESCIGU - ¿Nunca has caído en la tentación del alcohol?

Carmelo - Yo tengo hidrofobia, y eso me ha salvado. La vida en la calle es muy dura, y quienes la habitan tienden a buscar refugio en lo primero que pillen para olvidarse de sus penas. Por eso hay tantos medigos alcohólicos. La sociedad no es capaz de comprenderlo, y les tacha de incoherentes al gastar el poco dinero que tienen en el alcohol. Pero si alguien tuviera que vivir las cosas que vivimos nosotros, aunque sólo fuera por unos días, cambiaría su perspectiva. Yo la verdad es que no soporto el alcochol como no soporto el agua. Y tampoco soporto el humo, así que tampoco fumo, ni consumo drogas. Trato de vivir una vida lo más sana posible y cuidarme en la medida de mis posibilidades.

FESCIGU - Pero tú no estás precisamente delgado.

Carmelo - Ya te digo que como. Pero no me cocino, porque no tengo dónde hacerlo. Al final acabas comiendo bocadillos, o menús baratos, y eso no es una buena dieta. Además, tengo mi enfermedad que me hace retener líquidos.


FESCIGU - ¿Qué ha sido lo más duro para ti de vivir en la calle?

Carmelo - Lo más duro es sin duda cuando vienen unos jóvenes que aún no tienen ni barba y te dan una paliza y te tiran a las vías del tren o del metro. Eso me ha pasado varias veces, y es algo que te indigna mucho. Se creen que limpian la sociedad de escoria, pero la verdadera escoria son ellos, con su mente cerrada, analfabeta y racista. Nosotros, los medigos, somos un subproducto de esta sociedad en la que ciertas personas no tienen cabida. Pero somos seres humanos, cada cual con su historia personal, que nos merecemos el mismo respeto que todo el mundo.


FESCIGU - ¿No echas de menos tener tu propia casa?

Carmelo - Claro, vivir en la calle y tener que pedir no es algo agradable. Me gustaría trabajar, pero como te dije antes, a alguien de casi sesenta años no le resulta fácil conseguir trabajo. Esta es la única opción que tengo. Dentro de unos meses cumpliré sesenta años y me jubilaré. Entonces comenzaré a cobrar una pensión de más de mil euros. Pasaré de no tener nada a considerarme millonario. No me importa esperar hasta entonces, he aprendido a tener paciencia. Además, como te decía, yo no necesito lo material para sentirme bien, sólo quiero tener la opción de llevar una vida más sana.

FESCIGU - ¿No te da pudor posar desnudo para nosotros?

Carmelo - Me siento muy orgulloso de mi cuerpo. Me da igual cuáles sean los cánones de belleza, mi cuerpo es el reflejo de la vida que he llevado. Además, si esto sirve para llamar la atención sobre la situación de los mendigos y para abrir la mente de quienes viven en la opulencia, creo que merece la pena hacerlo.