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Entrevista a Esther Vivas

Esther Vivas es periodista especializada en políticas agrarias y profesora en distintos masters como Agricultura Ecológica, Desarrollo y Cooperación o Conflictos Internacionales. Autora de una decena de libros (su última obra es "El negocio de la comida"), escribe regularmente para El Periódico, Público y la revista Opciones, y participa asiduamente en tertulias de televisión y radio. . Entrevista por Montse de la Cal
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[...] según Naciones Unidas, se produce comida para doce mil millones de personas; en el planeta somos 7 mil millones, y aun así uno de cada nueve habitantes pasa hambre [...]
¿Se puede comer sano y natural comprando solo en supermercados al uso? Es complicado, porque si analizas básicamente los productos que hay en un súper, están altamente procesados, llevan mucha sal, mucha azúcar añadida. Si hablamos de carne, grasas saturadas. Lo que vemos es que comer sano y saludable en un supermercado es una contradicción. En realidad, de comida, comida, en un supermercado hay poca. ¿Por qué el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente no cuida que los alimentos que consumen los ciudadanos sean realmente saludables? Porque hay una dinámica clara de puertas giratorias entre la Administración Pública y el ámbito privado. Por poner un ejemplo, hasta hace poco la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, AESAN, que se encarga de controlar que lo que comemos sea seguro y saludable, tenía al frente a la Sra. Ángela López de Sá, que antes de ocupar el cargo era una de las principales directivas de Coca-Cola. Poca independencia política tendrá una persona que en su trayectoria profesional ha formado parte de la industria alimentaria, a la que después tiene que controlar desde el sector público. Esta dinámica de complicidades es la que secuestra la independencia de las agencias e instituciones públicas. ¿Cuándo comenzó a cambiar el sistema agroalimentario? El modelo de globalización alimentaria que caracteriza el periodo actual se inició a lo largo de los años cincuenta y sesenta, con lo que se conoce como la Revolución Verde, con unas políticas agrarias impulsadas por agentes internacionales, gobiernos como los Estados Unidos, fundaciones como Ford y Rockefeller, que decían que lo necesario era modernizar la agricultura para acabar con el hambre en el mundo. Y bajo este mantra, lo que en realidad se hizo fue supeditar la agricultura a los intereses de las grandes empresas. Se secuestró la agricultura y la alimentación, se privatizaron las semillas, y se promovió un modelo agrícola adicto a los fitosanitarios, a los pesticidas, a los agro-tóxicos. Así se dejó la capacidad de decidir qué se come en manos de unas empresas que hoy son las que dicen qué semillas se producen y cómo se cultivan, semillas que necesitan de una serie de fertilizantes químicos y pesticidas, que hay que comprar a las mismas empresas. En general, el resultado es un alimento de poca calidad a través de un mecanismo de producción que contamina suelos y ecosistemas. Actualmente en el mundo enferman y mueren el mismo número de personas por desnutrición que por obesidad. Vivimos en un mundo de obesos y famélicos y las dos caras muestran el fracaso del modelo agroalimentario que, o no nos da de comer o comemos de manera insana, teniendo consecuencias muy negativas. Esto es el resultado de que la comida se haya convertido en un negocio. Lo que menos les importa es que comamos de manera sana y saludable y que el campesinado pueda vivir dignamente de su trabajo.
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[...] Vivimos en un mundo de obesos y famélicos y las dos caras muestran el fracaso del modelo agroalimentario que, o no nos da de comer o comemos de manera insana, teniendo consecuencias muy negativas. Esto es el resultado de que la comida se haya convertido en un negocio [...]
¿Hay suficiente comida en el mundo para que nadie pase hambre? Se calcula, según Naciones Unidas, que se produce comida para doce mil millones de personas; en el planeta somos 7 mil millones, y aun así uno de cada nueve habitantes pasa hambre. El problema del hambre, pues, no es que haya una falta de producción, sino que no hay acceso a estos alimentos. La gente pasa hambre porque no tiene para pagar esta comida; o lo que vemos más aquí, con la crisis económica: que tal vez tú puedes ir a comprar algunos alimentos, pero no tienes suficiente dinero para que sean de calidad. Por lo tanto hay un déficit nutricional. En España, ¿hay comida para ricos y comida para pobres? Sí, las encuestas muestran que en aquellas comunidades autónomas donde hay más paro, más desahucios, como Andalucía, Extremadura, Canarias, es donde hay más problemas de obesidad y de sobrepeso. Porque la gente al tener menos ingresos económicos adquiere menos alimentos y de peor calidad. Según datos del CIS, un 40% de los ciudadanos en el Estado español, en el año 2011, cambiaron su modelo alimentario para poder ahorrar. De hecho, es mucho más barato ir a un supermercado y comprar una pastilla de caldo concentrado y hacerte una sopa que tiene mucho sabor a sal, pero nutricionalmente no te aporta nada, que comprar un conjunto de verduras, zanahorias, patatas, col y hacerte un buen caldo. ¿Quién se compra la pastilla de caldo?, ¿quién se puede hacer una buena sopa? Al mismo tiempo se tira mucha comida a la basura... Según datos de las Naciones Unidas, un tercio de los alimentos que se producen en el mundo para consumo humano se acaban tirando en su recorrido del campo al plato. A menudo se hace énfasis en la responsabilidad del consumidor, pero en realidad el problema es mucho más estructural y hay distintos agujeros negros. Por un lado a veces el precio de un alimento cae en picado y al campesino le sale más a cuenta dejar ese producto en el campo que recolectarlo. Por otro lado, en los supermercados vemos que los estantes tienen que estar llenísimos para que nosotros compremos, esto hace que mucho producto se estropee y se tire. A pesar de que los supermercados vendan la moto de que los donan a asociaciones, en realidad solo un 20%, según datos del Ministerio de Agricultura, se ofrecen a este tipo de instituciones, el resto se tira. ¿Por qué? Porque la comida, como ya dije antes, se ha convertido en un negocio, y cuanta más gente compremos, y más caro, mejor. Si de los alimentos que importamos, grandes cantidades se estropean durante el viaje de miles de kilómetros, ¿cómo es posible que aun así salga tan barato comprarlos? Se debe a la deslocalización agraria, la misma que se ha producido con nuestras ropas, nada de lo que vestimos se ha hecho aquí, sino en Asia o América Latina. Lo mismo pasa con la comida. Tal vez pensamos que compramos barato, pero en realidad estamos comprando caro, porque ese alimento es fruto de la explotación laboral, la explotación medio ambiental y la contaminación climática. Nuestros alimentos kilométricos generan gases de efecto invernadero y a la larga las consecuencias de esta comida low cost las pagamos entre todas y todos. ¿Por qué dices en tu libro que la comida que ingerimos es yonqui del petróleo? En cierta medida podríamos afirmar que comemos petróleo. Se necesita para cultivar las grandes extensiones de monocultivo, con mucha maquinaria. Se utilizan a la vez fertilizantes y pesticidas químicos de síntesis, algunos elementos de los cuales son derivados del petróleo. Cuando los alimentos viajan miles de kilómetros también necesitan de este combustible fósil. Además, en el supermercado todo está sobre empaquetado con plástico. Y si vas a comprar a un centro comercial, a las afueras de tu ciudad, tendrás que coger el coche. En definitiva, lo que vemos es que este modelo agroalimentario necesita del petróleo y la pregunta es qué pasará cuando su coste sea excesivamente caro, como todo apunta con la crisis del petróleo.
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[...] aquellas personas que han ocupado cargos importantes en el Ministerio de Agricultura, o en secretarías afines, con el tiempo pasan a formar parte de empresas privadas del sector, la industria biotecnológica, de fertilizantes y otras [...]
Hablemos de los transgénicos. Sus defensores alegan que gracias a ellos puede comer más gente. La pregunta es si necesitamos realmente transgénicos y la contestación desde mi punto de vista es que no. Se dice que son necesarios para acabar con el hambre en el mundo, pero el problema del hambre no es la falta de producción de comida, sino de acceso a ella. Si el campesinado puede cultivar sus alimentos y la gente los puede comprar, ¿por qué necesitas transgénicos, teniendo en cuenta los impactos negativos que tienen en lo social, medioambiental y sobre la salud? ¿Por qué España es la puerta de los transgénicos en Europa? Los transgénicos empezaron a producirse en el Estado español en los años 90 porque existían vínculos estrechos entre las instituciones españolas y la industria biotecnológica. Además, la opinión pública no estaba tan sensibilizada como en otros países sobre los efectos que los transgénicos podían tener en la salud. De aquí, que la mayor parte del maíz transgénico que se permite cultivar en Europa, el maíz MON 810 de Monsato, básicamente sea cultivado en Cataluña y Aragón. ¿Qué hacen en el resto de Europa con los transgénicos? A pesar de que en Europa se permite el cultivo de un tipo de maíz, en realidad está vetado en la mayor parte de los países porque se prima el principio de precaución. Si no sabes qué impacto va a tener en nuestra salud se opta por no cultivarlo. El Estado español obvia el principio de precaución y el gobierno apuesta por ellos respondiendo a los intereses de la industria biotecnológica. Y también teniendo estrechas complicidades con el gobierno de EE.UU. De hecho, con las filtraciones de WikiLeaks, se vio que el Ministerio de Agricultura de España trabajaba al servicio de los intereses de la Administración Norteamericana para promover la producción transgénica en el Estado español y en el resto de Europa. ¿Funcionan también en los transgénicos las puertas giratorias? Las puertas giratorias funcionan en cada uno de los ministerios de la Administración Pública y el Ministerio de Agricultura no es una excepción. Vemos que aquellas personas que han ocupado cargos importantes en el Ministerio de Agricultura, o en secretarías afines, con el tiempo pasan a formar parte de empresas privadas del sector, la industria biotecnológica, de fertilizantes y otras. Y al revés, personas que vienen de este ámbito privado empresarial, los vemos a menudo en lugares de responsabilidad de estos ministerios. Esto explica que se promuevan los transgénicos, se promueva el malcomer, una industria adicta a los agro-tóxicos. ¿Qué alimentos de los que consumimos pueden ser transgénicos ahora mismo? Muchas veces los consumidores estamos preocupados por si comemos transgénicos y en realidad su producción en el mundo se limita principalmente a unos pocos cultivos, al maíz y la soja. En cambio, consumimos transgénicos de manera indirecta a través del hecho de comer carne, leche o huevos, porque todos los animales están alimentados con pienso transgénico.
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[...] se dice que los transgénicos son necesarios para acabar con el hambre en el mundo, pero el problema del hambre no es la falta de producción de comida, sino de acceso a ella. [...]
Pasemos a otro alimento que está en auge, la carne. ¿Cómo está el panorama? Hoy en día comemos demasiada carne y de mala calidad. Un ejemplo: según datos de la Organización Mundial de la Salud, se suministran más antibióticos a animales sanos que a personas enfermas, para que estos animales puedan sobrevivir en unas condiciones de insalubridad total en la industria ganadera. Y luego nosotros nos comemos estos animales, su leche y su queso con el impacto negativo que tiene en nuestro organismo, más allá del que tiene en el bienestar animal, ya que no son tratados como seres vivos sino como cosas. En Noviercas (Soria), 160 habitantes, pretenden montar una granja con 20.000 vacas, la más grande de Europa. En Francia, por intentar hacinar mil cabezas, la ministra de Ecología y Desarrollo Sostenible tuvo que comparecer. Las granjas porcinas en nuestro país cuentan con millones de cabezas. ¿España se va a convertir en un país "para cerdos"? Sí, en España hay barra libre para la agroindustria y para la industria ganadera. Todo vale por la pasta, independientemente de la salud, del medio ambiente y el bienestar animal. En Cataluña, por ejemplo, tenemos la misma cantidad de cabezas de cerdo que cabezas de personas, más de siete millones. Los cerdos dejan purines, contaminan los acuíferos y esto tiene consecuencias directas en las condiciones de vida de la población que vive al lado de esta industria. Por no hablar de la precariedad que existe en el sector, cómo utilizan personas que no tienen papeles y se aprovechan de sus circunstancias. ¿La solución pasa por reducir el consumo de carne? Pasa en primer lugar por preguntarnos si podemos seguir comiendo tanta carne, porque la producción ganadera tiene un impacto dramático a escala global. Consume ingentes cantidades de recursos naturales, no es lo mismo producir un kilo de carne de ternera, que necesita 15.000 litros de agua, que producir un kilo de patatas que necesita 500. Y por otro lado la carne que comemos es de mala calidad. Por lo tanto, quizás podemos vivir sin carne o comer menos y de un origen totalmente distinto, vinculado a una producción agraria local, campesina y ecológica. En estos momentos se debate en el parlamento el CETA (Tratado de Libre Comercio de Europa con Canadá). ¿Qué impacto puede tener, de aprobarse, en nuestra alimentación? Los tratados de libre comercio que ahora se están negociando, el TTIP (Tratado de Libre Comercio con EE.UU.), y el CETA, significan la voluntad de igualar los estándares alimentarios de Europa a los EE.UU. y Canadá, que son mucho más bajos. De aprobarse, nuestra seguridad alimentaria caería en picado. Significaría la entrada masiva de producción transgénica, de carne tratada con hormonas, cosa que hoy está prohibida en Europa, o pollos por ejemplo desinfectados con lejía, con el impacto que esto puede tener en nuestro organismo. ¿Qué podemos hacer como individuos para cambiar el sistema agroalimentario actual? Es importante llevar unas gafas críticas a la hora de consumir y optar por productos locales, de proximidad, ecológicos y campesinos. Yo creo que estas cosas son las alternativas para comer no solo de una manera sana, saludable y justa a nivel individual sino también a nivel colectivo.
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[...] según datos de la Organización Mundial de la Salud, se suministran más antibióticos a animales sanos que a personas enfermas, para que estos animales puedan sobrevivir en unas condiciones de insalubridad total en la industria ganadera [...]